Balanced Scorecard (BSC) (y IV)

A la hora de implementar un BSC, en la mayoría de las empresas nos encontramos con la siguiente situación preexistente.
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El profesional perteneciente a una empresa desconoce normalmente los objetivos estratégicos de la compañía; no sabe el papel que juega la correcta realización de su desempeño en la consecución de dichos objetivos. Además es difícil compaginar los objetivos personales de cada individuo con los objetivos corporativos.
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Entre las fortalezas del BSC destacamos que esta metodología de gestión, se centra en dar respuesta a las preguntas que la alta dirección de una compañía (encargada de definir y comunicar correctamente la estrategia de esta) realiza acerca del posicionamiento estratégico y marcha general de la empresa. El BSC une métricas de rendimiento a la misión y estrategia definidas.
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Otro punto importante es que cada perspectiva tiene sus objetivos estratégicos, sus objetivos operativos o tácticos, los planes de actuación que permiten alcanzar dichos objetivos y los indicadores o métricas que indican el estado de consecución de dichos objetivos. Es importante acotar el número de indicadores, ya que un uso excesivo de estos, puede desinformar más que informar del estado de una perspectiva.
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Por último, el BSC ayuda a comunicar a los profesionales de una compañía el valor del trabajo diario que realizan. La correcta ejecución de este trabajo es fundamental para alcanzar los objetivos estratégicos de la empresa y el BSC ayuda a medir el impacto e importancia que tienen estas tareas en dicha consecución.

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